Yo no soy de las
típicas que buscan un príncipe que les ponga mensajes de “Buenos días,
princesa” sino alguien que me ponga “Buenos días dormilona, ya empezaba a
echarte de menos”. Tampoco busco al típico príncipe perfecto, sino un imbécil
que me guste y me saque sonrisas las 24 horas del día; que me quiera tal y como
soy y no quiera cambiar nada de mi. Alguien que me haga estar celosa por nada y
que me llame pequeña, aunque para él sea alguien muy grande.