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Las cosas buenas no deberían cambiar nunca

¿Qué mejor que algo sencillo y único? Caminar sobre la arena por la orilla de la playa; reír a carcajada limpia hasta que se te salten las lágrimas y te duela la cara; estar solo en casa y ponerse la música bien alta y bailar y cantar como si no hubiera mañana; ponerse una de esas camisetas anchas, unas calcetas, quitarse el sujetador y hacerse un moño; enamorarse de esa persona que ves una sola vez por la calle; tumbarse a escuchar el sonido de la lluvia; besarse mientras las olas chocan contra nosotros; despertarse y ver que te quedan unas cuantas horas más de sueño; tocar el pelo de alguien o dormirse mientras te lo tocan a ti; ver un “hola” de esa persona; comprar ese regalo que sabes que le va a encantar; poner la decoración de Navidad mientras escuchas villancicos…
¿Hay algo mejor que esas cosas únicas que siempre vas a tener ahí?