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No todo empieza como acaba.

Mientras vas creciendo, vas dejando de creer que los Reyes Magos, Papá Noel o el ratoncito Pérez, te vigilan para ver si eres bueno o malo; sabes que los monstruos en el armario, son todo mentira y que los malos acaban siendo mejor que los buenos. Aprendes que los príncipes azules no existen, que los guapos, o están pillados o son gays, y ante todo, son unos cabrones. Que en los conciertos te dejas los pies y la voz, que los besos a escondidas saben mejor, que un baño de agua fría puede sentar incluso mejor que uno de agua caliente y que el maquillaje suele hacer muchos milagros. Que hay personas que merece la pena tener al lado y personas que mejor tener a 1 kilómetro de distancia; que hay personas que ni te saludan después de infinitas noches hasta las tantas de la madrugada, hablando de tonterías y que tú también tienes a esa persona a la que odias agregada, sólo para cotillear su vida. Acabas aprendiendo que los tacones no duran toda la noche en los pies y que las medias se rompen con facilidad. Que decir “algún día” es decir “nunca” y que cuando se dice “es una larga historia” es que no queremos contarla. Que cuando una chica te dice “no te preocupes, estoy bien”, en verdad no lo esta, ¡ABRÁZALA IMBÉCIL!